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Trump Ridiculiza a los Ateos y Promueve una Agenda Religiosa

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El expresidente Donald Trump ha vuelto a generar controversia, esta vez por sus declaraciones despectivas hacia los ateos y su continuo impulso de una agenda religiosa desde el ámbito político. Durante un evento de campaña reciente en Michigan, Trump afirmó que «nadie ha hecho más por el cristianismo que él» y, en tono burlón, se refirió a los ateos como personas que «no creen en nada» y que «no entienden lo que está pasando». Estas declaraciones no solo son ofensivas, sino también peligrosas en una nación fundada sobre la libertad de conciencia.

Un Ataque a la Diversidad de Creencias

Los comentarios de Trump no son solo un desliz retórico; forman parte de un patrón más amplio en el que las creencias religiosas se entrelazan con el poder político. Al posicionar su administración como defensora del cristianismo, excluye de manera implícita a millones de estadounidenses que se identifican como no creyentes, humanistas, agnósticos o simplemente no religiosos.

Estas declaraciones deben leerse a la luz de sus acciones durante su presidencia, en la cual firmó una orden ejecutiva que debilitó la Enmienda Johnson, permitiendo a líderes religiosos influir en campañas políticas sin perder su estatus de exención de impuestos. Esta orden fue promovida con el pretexto de «libertad religiosa», pero en realidad facilitó la fusión de religión y política partidista. (Fuente)

Retórica que Divide

Al ridiculizar públicamente a quienes no profesan una fe religiosa, Trump contribuye a la estigmatización social de los no creyentes. Esta retórica es especialmente peligrosa cuando proviene de figuras con influencia política, ya que valida los prejuicios y puede alimentar la discriminación estructural en lugares de trabajo, escuelas y espacios públicos.

Las estadísticas muestran que los «nones» (personas que no se identifican con ninguna religión) están creciendo rápidamente en Estados Unidos. Según el Pew Research Center, casi tres de cada diez adultos estadounidenses ahora se describen como ateos, agnósticos o sin afiliación religiosa.

Laicismo: Más Necesario que Nunca

Este tipo de comentarios refuerzan la importancia del laicismo y de mantener una estricta separación entre religión y estado. La libertad religiosa incluye también la libertad de religión, es decir, el derecho a no creer y a no verse obligado a participar en ritos o discursos religiosos por parte de autoridades públicas.

Los no creyentes pagan impuestos, votan, trabajan por el bienestar común y merecen el mismo respeto y representación que cualquier otro ciudadano. La parcialidad religiosa desde el poder público es una forma de exclusión inaceptable en una democracia pluralista.

Conclusión

Es fundamental que quienes defendemos el pensamiento crítico, el secularismo y la igualdad denunciemos este tipo de discursos. No se trata solo de proteger a los ateos, sino de asegurar que ningún grupo, creyente o no creyente, sea marginado desde las más altas esferas del poder.

La sociedad avanza cuando abraza la diversidad de ideas y creencias, y retrocede cuando se impone una cosmovisión única desde el poder político. La libertad de conciencia debe ser defendida con la misma fuerza con que históricamente se ha defendido la libertad religiosa.

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